- Benjamín Infante, profesor y Magíster en Ciencias Sociales
En esta columna haremos una actualización de lo planteado en el artículo “Distinto Resultado, mismo Malestar” publicado en Revista Rosa a diez días del Rechazo que el 62% de la ciudadanía hiciera de la propuesta constituyente que la cadena alemana DW calificara esa misma mañana como “la más progresista del mundo”.
El resultado parecía incomprensible en relación al 80% de votación que obtuvo el Apruebo en el plebiscito de entrada. En quince meses la ciudadanía dió un portazo a dos propuestas constituyentes de signo contrario. Experiencia única en el mundo, ¿A qué se debe? ¿Qué significa?
Hay quiénes aún lo atribuyen a una suerte de “programa del pueblo”, los conservadores siguen ocupando el rechazo como excusa para oponerse a ciertas transformaciones como el aborto o la negociación ramal (El Líbero, 2024).
Sin embargo, si analizamos la satisfacción de la población por generación, la explicación reside en la vida material de las personas. El abrumante 63% de las personas entre 50 y 80 años han visto a sus hijos tener mejores condiciones de vida, por lo que tienen una valoración positiva de los llamados “30 años” (PNUD, 2021).
La sociedad chilena adolece de una incapacidad para conducir los cambios profundos que la mayoría reclama.
Necesitamos un sistema político democrático que fortalezca las capacidades en los territorios como Aysén.
De este modo aumentaríamos el poder de timón de la voluntad mayoritaria del país, obligando a las élites políticas y económicas a llegar a acuerdos que viabilicen los cambios, al mismo tiempo que apliquen el mismo rasero a los criminales sin importar cuna de origen.
Por otro lado, las personas entre 20 y 50 años consideran que sus hijos tienen un futuro incierto y lleno de riesgos, por lo que una mayoría de ese rango se considera insatisfecho.
Algunos plantean que esto se explica porque las generaciones más jóvenes tienen en consideración “valores posmateriales”, pero lo cierto es que efectivamente el mundo enfrenta una serie de desafíos para los cuáles no tenemos estrategias.
El informe del PNUD 2024 es clarísimo en señalar que la gente sí quiere transformaciones profundas, solo que no “a tontas y a locas”.