Todos y cada uno de los 388 artículos de la propuesta de Nueva Constitución está pensado en mejorar la vida de los chilenos y chilenas. Se hace cargo de las históricas postergaciones de la cual la gran mayoría somos parte. Es una muy buena Constitución, ni revolucionaria, ni conservadora, probablemente.
Se hace cargo, por ejemplo, de los derechos que hasta ahora no hemos tenido en Chile como educación, salud, vivienda, previsión social o cuidado por la naturaleza.
El artículo 36 advierte que “el Sistema Nacional de Educación está integrado por los establecimientos y las instituciones de educación parvularia, básica, media y superior, creadas o reconocidas por el Estado. Se articula bajo el principio de colaboración y tiene como centro la experiencia de aprendizaje de las y los estudiantes”.
Y para aquellos que mienten acerca de que no se permitirá la educación subvencionada o particular, el 41 agrega que “la Constitución garantiza la libertad de enseñanza y es deber del Estado respetarla. Esta comprende la libertad de padres, madres, apoderados y apoderadas a elegir el tipo de educación de las personas a su cargo, respetando el interés superior y la autonomía progresiva de niños, niñas y adolescentes”.
Junto con ello, el mismo articulado consagra el derecho a cátedra de las y los profesores: “Las y los profesores y educadores son titulares de la libertad de cátedra en el ejercicio de sus funciones, en el marco de los fines y principios de la educación”, dice el articulado.
La novedad que trae esta norma es que esta libertad debe respetar el interés se los educandos, principio que no estaba consagrado en el actual texto constitucional.
El Artículo 14 habla del derecho a la salud y sostiene que “toda persona tiene derecho a la salud y bienestar integral, incluyendo su dimensión física y mental. El Estado deberá proveer las condiciones necesarias para alcanzar el más alto nivel posible de la salud, considerando en todas sus decisiones el impacto de las determinantes sociales y ambientales sobre la salud de la población.
El Sistema Nacional de Salud será de carácter universal, público e integrado. Se regirá por los principios de equidad, solidaridad, interculturalidad, pertinencia territorial, desconcentración, eficacia, calidad, oportunidad, enfoque de género, progresividad y no discriminación. Si usted está en desacuerdo con eso, no es mucho lo que se puede hacer.
En cuanto a la vivienda, la Propuesta Constitucional señala que “toda persona tiene el derecho a una vivienda digna y adecuada, que permita el libre desarrollo de una vida personal, familiar y comunitaria y -añade- que el Estado deberá tomar todas las medidas necesarias para asegurar el goce universal y oportuno de este derecho, contemplando, a lo menos la habitabilidad, el espacio y equipamiento suficiente, doméstico y comunitario, para la producción y reproducción de la vida, la disponibilidad de servicios, la asequibilidad, la accesibilidad, la ubicación apropiada, la seguridad de la tenencia y la pertinencia cultural de las viviendas, de conformidad a la ley”.
Obviamente, a pesar de las noticias falsas, se asegura el derecho a propiedad en todas sus formas, algo que ya está suficientemente desmentido.
El nuevo texto también incluye los derechos de la naturaleza, un componente que se encuentra en muchas constituciones y que los pueblos originarios respetan hace siglos y pone coto al extractivismo de los recursos naturales de todos los chilenos y chilenas, tal como lo conocemos ahora.
Más allá de la notable diferencia entre la actual Carta Magna, realizada por un grupo minúsculo de personas afines a la Dictadura de Augusto Pinochet y la actual propuesta, elaborada entre más de 150 personas, elegidas democráticamente, tras procesos de participación ciudadana, donde miles de personas fueron parte de los cabildos, las consultas y reuniones, con amplia participación de organizaciones de todo el país en el proceso de elaboración, también el contenido asegura y proyecta un Chile más digno y – algo muy importante- puede asegurar la paz social por varias décadas más.