Elías Muñoz Oyarzo
Ya está dicho una y otra vez, pero no por eso deja de ser cierto, los tiempos mejores, lema de campaña de Sebastián Piñera; no deja de ser sólo un slogan, una frase que golpea en cada una de las familias que la están pasando mal, que no llegan a fin de mes, que no pueden cubrir gastos de salud, educación, arriendo y comida. Ya no alcanza la falsa promesa de un millón de empleos formales, es decir, incluyendo las mínimas leyes sociales, porque en Chile desconocemos el significado de la Seguridad Social. Está claro que los empleos por cuenta propia es un amplificador de la desigualdad, lo dicen las cifras. Un empleo formal genera un ingreso medio de 573 mil pesos, mientras que por cuenta propia un poco más de la mitad.
Sumemos los hechos. La escasa industria nacional ha terminado por desaparecer con la administración Piñera. Son más de mil empresas en el último año las que se han declarado en quiebra, entre ellas Calzados Albano y Guante, Iansa, Pasta Suazo y Constructora CIAL. A ellas se suma Maersk y despidos masivos en Movistar, entre otras.
Los medios de comunicación tampoco han estado ajenos a la terrible cesantía que están dejando los tiempos mejores. Diarios La Hora y las revistas Paula y Qué Pasa, sin contar los cientos de trabajadores de los canales de televisión que han quedado sin su fuente laboral. Todavía peor son los más de 200 trabajadores que despidió Telefónica, lo mismo ocurre con la industria financiera tras la fusión de Scotiabank-BBVA, CMR y Banco Falabella y ajustes en el BCI.
Es decir, durante este gobierno aumentó la cesantía, la precarización laboral y los despidos masivos. Para hablar de la región ya sabemos la quiebra de las dos mineras, de plantas acuícolas y pequeñas empresas. Es cuestión de darse una vuelta por lugares donde comúnmente existía movimiento y compra, para darse cuenta que penan las almas, que los estacionamientos sobran y que la escasa gente que está en esos lugares, los hace para vitrinear, más que para comprar o adquirir un producto y muchos de ellos de primera necesidad, no hablamos de acaparamiento, por cierto.
Se quejan los colectiveros, los fleteros, la gente de la construcción, de servicios y en general existe una sensación de desamparo, angustia y desesperanza. En Puerto Aysén la situación parece ser todavía peor que en Coyhaique, se mantienen a firme las movilizaciones para este mes y en el resto del país la situación es similar.
En Concepción y las grandes ciudades, los profesionales no encuentran trabajo y viven de lo que pueden, la indigencia inunda las calles de las grandes capitales regionales como no se veía hace tiempo y la desigualdad aumenta. No lo decimos nosotros, lo dicen las frías cifras.
Esta situación deja como consecuencia suicidio en la tercera edad, endeudamiento en las familias, nuevos pobres, ya que, en Chile al no existir Seguridad Social, un cesante es pobre de forma automática y sin escalas. Si no contáramos los subsidios que entrega el estado, la pobreza bordearía el 16%, según Estudios de la Fundación Sol.
Por eso el pueblo tiene que unirse, dejar de lado la alineación en la que nos tienen sumidos los medios de comunicación, con farándula, humor chabacano, noticias intrascendentes y que nos hacen mirar la vida de otros, antes que la nuestra. Lo que requerimos con urgencia es, sin duda, unidad para el cambio.
Autor: Elías Muñoz